Psicofonías

(algo así como el blog de Psicobyte)

Aniversarios

Ayer, hablando con unos amigos, alguien dijo algo así como "Hoy se cumplen cinco años", con el laconismo (lógico, dadas las circunstancias) que se usa cuando todos sabemos de qué estamos hablando.

Un poco por cierta forma de dignidad, y un poco por pura pedantería, respondí "No. Hoy se cumplen 33 años".

Y hoy venía dispuesto a poner aquí un post triste y quejumbroso (en realidad, quería haberlo hecho ayer) para mostrar mi frustración ante lo parcial de nuestra memoria.

Pero, otra vez, ha venido el amigo Zifra, maestro en recordar lo que nadie recuerda, para adelantarse a mi queja y atajarla con un post que casi hace que se me salten las lágrimas, y que me hubiera gustado ser capaz de escribir yo.

Porque ayer fué 11 de Septiembre, y en todos los medios de comunicación y corrillos de vecinas se recordaba un quinto aniversario.

Pero nadie parece recordar un vergonzoso trigésimo tercer aniversario, en el que todos los países democráticos prefieron mirar para otro lado, y decidieron que era mejor dejar aniquilar una democracia ante la dictadura de unos militares, a la terrorífica visión de que esa democracia fuese socialista.

Tras el bombardeo de la "Casa Rosada", ayer se cumplieron 33 años, Chile acabó en manos de un cabrón con gorra de plato al mando de unos militarotes que, como es norma en casi todas las dictaduras, "salvaron el país" por el expeditivo método de exterminar a los ciudadanos que no querían ser "salvados". Hoy día muchos de esos criminales goza de su libertad, riqueza y posición social, mientras que los que sobrevivieron aún no tienen una tumba a la que ir a llorar a sus muertos.

Lo que ocurrió en Chile desde aquel día tiene unos culpables evidentes que siguen hoy día burlándose de sus víctimas. Pero tiene otros cómplices en los países que prefirieron apoyar a esos golpistas.

Sí, soy consciente de que este post me ha quedado un tanto informe y deslabazado. Pero es que son muchas cosas las que quisiera decir con tan pocas palabras. Porque a mí me pasa algo parecido a lo que le ocurre a Zifra:

Quizás. No, quizás, no. Seguro, Es culpa mía. Pero cada vez que llega un once de septiembre, no me acuerdo de la fiesta nacional catalana ni de las torres gemelas cayendo en el downtown de Manhattan. Me acuerdo de ti, cabrón miserable, hijo de puta, arruinailusiones. Y tampoco te perdono eso, porque querría olvidarte. Que nunca hubieras existido.

Estoy de vacaciones

Supongo que debería haberlo avisado antes.

De modo que hazte a la idea de que esto va a estar bastante "tranquilo" durante casi todo el mes de septiembre...

Todos tenemos pasado

Despues del comentado y discutido "pasado nazi" del Papa Ratzinger (a.k.a. Benedicto XVI) y que el escritor (y premio nobel) Günter Grass publique en un libro que perteneció a las Waffen-SS, parece que todo el mundo tiene un pasado del que avergonzarse.

Creo que ha llegado el momento de confesar: El silencio de años es una pesada losa y, además, visto lo visto, el que yo haya estado en la tuna no parece tan terrible ahora.

El Viajero en el Tiempo

Conocí al Viajero en el Tiempo una noche en un chringuito de Motril. Decía que le gustaba ir allí de vez en cuando porque, por una improbable confluencia de acontecimientos, el mejor botellín de tercio de cerveza pilsen que jamás se hubiese manufacturado en toda la historia había ido a parar allí esa misma tarde. De modo que, según afirmaba, siempre iba allí a la misma hora del mismo día y pedía la misma cerveza. Añadía también que la otra razón que le atraía era que yo siempre insistía en invitarle a esa misma ceveza.

- Yo nunca te he visto antes, y jamás te he invitado a nada. Además, no puedes beberte la misma cerveza más de una vez.

- Siempre dices lo mismo - Recuerdo que respondió - Nunca entiendes que eso es sólo según tu punto de vista.

Soy consciente de que bebí demasiado. Creo que yo no hacía más que pedir una botella tras otra, mientras la suya parecía no acabarse nunca. Aunque puede ser que la memoria me falle, recuerdo nebulosamente que nos marchamos de allí haciendo eses apoyados el uno en el otro, cantándo algo sobre Baco y el vino que, decía le había enseñado un tal Catulo ("Aunque ese puñetero vicioso prefería a Venus o Príapo", me murmuró al oído sin que yo entendiera nada).

Pero, antes de que el alcohol nos derrotara, tuvo tiempo de contarme una infinidad de cosas sobre sus viajes. Dijo que que lo más hermoso de Helena de Troya era su dote, me contó que los dinosaurios no eran tan fieros como los pintan y que algunos tenían unos colores francamente ridículos, se lamentó de que los cuásares ya no brillaban como al principio, y estuvo horas diciéndome, con lágrimas en los ojos, que los Neanderthales eran una gente muy agradable y que acabaron muriendo todos de pena.

Me contó muchísimas cosas de las que quzás te hable otro día por no alargar esto demasiado, y aún de muchas más que ya no recuerdo.

Pero, lo que sí que se me quedó grabado en la memoria es lo que me dijo sobre el fin del Universo cuando, no recuerdo a cuento de qué, le pregunté si lo había visto:

- ¡Claro que he visto el Fin de Todo, el apocalipsis cósmico total, el final del espacio y el tiempo, el Omega definitivo! - Exclamó mientras agitaba peligrosamente la mejor cerveza pilsen de la historia de la humanidad.

- ¿Y cómo fué? Quiero decir: ¿Cómo será? - Yo estaba tan intrigado como borracho.

- Decepcionante.

- ¿Decepcionante?

- Si. Bastante decepcionante.

- ¿Me hablas del Fin del Universo y sólo eres capaz de decir "Bastante decepcionate"?

- Esperaba algo más. Despues de cientos de miles de millones de años para preparar ese momento, yo habría hecho algo un poco más sofisticado. En serio: Será un completo anticlimax.

Me habló de muchas más cosas aquella noche: De Darío asediando Babilonia y de un remachador del edificio Chrysler, de dirigibles surcando los cielos y del pastor que estuvo a punto de derrotar al emperador de China. Me contó historias realmente fascinantes que aún hoy día no sé si son ciertas o nó.

Pero la frase que se acabó fijando a fuego en mi memoria fué aquel "Será un completo anticlimax".

No lo recuerdo muy bién. Creo que él insistió, con ademanes de borracho, en pagar mis cervezas. Pero al final fuí yo el que le invitó a él. Despues de todo, solo se había bebido una.

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