Psicofonías

(algo así como el blog de Psicobyte)

Amigo antidisturbios

Lo que hay a continuación es, evidentemente, un ejercicio literario. Los policías de los que hablo no existen. Los reales son tipos cumplidores de la ley y tal. No se describe a ninguna persona real y todo es mera imaginación. De modo que no hace falta que nadie venga a buscarme para partirme la boca.

Estimado antidisturbios.

Creo que necesitas un par de explicaciones, de buen rollo, de amigo a amigo; y, como hace bastante que no escribo ninguna gilipollez por aquí, voy a ser yo el que uno de los que te las de.

Verás que, antes de continuar, quiero que sepas que te entiendo. De verdad.

Alguien que, digamos, tenga inclinaciones pacifistas o no-violentas, o que sienta cierta predilección por el diálogo y la negociación, no se mete a policía antidisturbios. Dicho de otro modo, para que me entiendas: Esa clase de jipis maricones que no saben apreciar el placer de que se te ponga tiesa al arrear unas buenas hostias bien dadas no eligen tu trabajo.

Ser antidisturbios es algo vocacional; te lo digo yo, que conozco a algunos candidatos. Eso de ver tu yo futuro vestido de Robocop, armado con escudo y porra (y, si ese día hay suerte, con algo mas potente) no es lo que se le pasa por la cabeza a la mayoría de la gente. No, tío: Tú y yo sabemos que hay que tener cierto carácter. Leo de vez en cuando el foro de los polis, y sé que estás de acuerdo conmigo.

Es cierto que muchos mierdas opinan que eso del casco, la porra y el escudo, unido a que se te suele olvidar la identificación, es de cobardes. Pero tu sabes que tener huevos no es ser gilipollas. Y yendo bién protegido es mucho más divertido (y cómodo) machacar piojosos. Sobre todo cuando vas con los colegas.

Y no creas que me engaño. Sé que eres un puto mandado, que prácticamente no puedes decidir a quién aporreas, ni cuándo ni cómo.

Sé que, cuando a algún politicucho o mandamás le interesa, te manda a ti (o manda a alguien que manda a alguien que te manda a ti, ya nos entendemos) a solucionarle algún marrón. Sé que es él el que decide hasta donde puedes llegar, según le interese. Y sé que es él el que, si luego la cosa sale chunga, no dudará en descargar sobre ti toda la responsabilidad, para salvar su democrático culo.

Pero tampoco nos engañemos, también tienes a la prensa, la televisión y todos esos, que te van a echar una mano, descargando un poquito la responsabilidad, si puede ser.

Ya, ya sé que esos mierdas no son de fiar, que se pondrán en tu contra si con ello venden más periódicos o hacen más audiencia, o lo que sea. Pero, ya sabes, normalmente simplemente pasan y se limitan a copiar la nota de prensa que les manda tu jefe.

Y también está la gente. La gente buena, honrada y respetuosa de las leyes y sus representantes. Los que cambian de acera acojonados al verte llegar. Esos que saben que tú eres la puta ley y se cagan preceptivamente al verte. Esos que no van por ahí manifestándose y que saben que, si alguien ha sido lo bastante imbécil para ponerse a tu alcance, es que no es trigo limpio. Que no les importa a quién le arreas, mientras no sea a ellos y eso no cambie su cómoda y aburrida vida.

Pero ahora, tío, siento decirte que el juego ha cambiado.

No es por los políticos, o la prensa, o la gente. Evidentemente, tampoco es por ti. Puedes llamarlo, si quieres, el signo de los tiempos.

Antes podías dedicarte a aporrear a esos putos mierdas en la cabeza hasta que escupiesen el cerebro, o podías meterles una bola de goma entre los dientes mientras la prensa miraba a otro sitio o empleaba el tiempo inventando una justificación.

Pero ahora, el que parece un jipi y un tirado que no tiene para jabón (ni sabría para qué usarlo, el muy guarro), sí que tiene para pagarse un puto teléfono con cámara de fotos y conexión a Internet.

Y cada vez que vas a acercarte a uno de ellos con la deportiva intención de reventarles las pelotas, llega una multitud de piojosos a grabarte la jeta manchada de sangre de punky. Y eso te corta el rollo en mitad del orgasmo. Cabrones.

Que sí, que tienes a los colegas. Que sabes que puedes confiar en ellos, esprit de corps y esas mierdas, que enseguida se pondrán alrededor para ocultar la escena con sus cuerpos, los escudos, o lo que sea. Pero ya te obligan a estar al quite, y no te puedes dedicar a pegar con la alegría que lo hacías antes.

Y la cosa va a más. Porque antes, les quitabas la camarita de mierda y se te caía, o se perdía la tarjetita de memoria, o el carrete, o se borraba, o lo que fuera; ya sabes. Pero ahora los muy hijos de puta lo suben directamente a Internet, en el mismo tiempo en el que tardas en cagarte en su puta madre; y para entonces ya están allí, y las están viendo otros como ellos, y eso no puedes (todavía) evitarlo.

Por ahora la cosa es leve, porque la mayoría de la gente no usa Internet para informarse, más allá del fútbol y la programación, sino que se entera de las cosas por la tele, que solo enseñarán lo que haga falta enseñar. Pero cada vez más gente está en el facebook, el twitter y todas esas porquerías, y cada vez más se enteran de más cosas; aunque no quieran, los muy gilipollas.

Y, quizás no lo has pensado, un día tu hija verá tu foto aporreando niñatos y comprenderá por qué volvías del trabajo con una erección. Y a ver cómo se lo explicas.

Y todo por culpa de esos mamones que, de todas formas, se merecen esas hostias.

O sea que, de ahora en adelante, ándate con ojo. Y sonríe, porque te están grabando.

Una sola cesta

Hace ya como cinco años que escribí advirtiendo del riesgo de guardar demasiados "huevos" en demasiadas pocas "cestas".

Pues hoy día, con Google acaparando cada vez más ámbitos en email, blogs, redes sociales, galerías de imágenes, telefonía movil, pues ni te cuento.

Simplemente, reitero lo dicho entonces:

¿Has escuchado alguna vez eso de "No pongas todos los huevos en la misma cesta"?

Z de zeitgeist

Zeitgeist: expresión del idioma alemán que significa "el espíritu (Geist) del tiempo (Zeit)". Denota el clima intelectual y cultural de una era.

Corrían los años 80.

Era la época de Reagan, de Thatcher y del telón de acero. Del "no future" y el punk. De la crisis y el paro. De los disturbios de Brixton y Liverpool.

El guionista Allan Moore y el dibujante David Lloyd se unieron para acabar creando el cómic "V de Vendetta". Sólo en una época como esa habría sido concebible un personaje como su protagonista: Un completo nihilista, un terrorista implacable y cruel, que no dudará en sacrificar cualquier obstáculo en nombre de una libertad absoluta.

Moore y Lloyd no trataron de maquillar a su protagonista como el clásico héroe de buenos sentimientos y corazón generoso. Una buena parte del atractivo del cómic es reconocer que su protagonista es un loco peligroso, un completo cabrón, y que está cargado de razón. "V" llama a los ingleses a la revolución, el alzamiento de la masa provoca disturbios, linchamientos, pillaje. Será de las cenizas de un Londres en ruinas de donde nazca, quizás, un futuro anarquista y libre, regado con la sangre de heroes y villanos.

La libertad, en los ochenta, no podría nacer de otro modo.

En la primera década del siglo XXI, el director James McTeigue llevó a cabo la versión cinematográfica del cómic de Moore y Lloyd. pero el espíritu de la época ya es otro completamente distinto.

En esta versión, la revolución de "V" ya no está sentada sobre sobre las ruinas y las llamas, si no que surge del pacífico alzarse de una respetuosa multitud silenciosa y jodidamente democrática. En la película, la masa que sale a la calle no va armada ni gritando, no hay pillajes ni destrucción.

Los tiempos han cambiado.

Anonimous, el colectivo descentralizado que usa la máscara de "V" como símbolo, basa su estrategia de lucha en ataques DdoS, que es algo que puede sonar muy espectacular, pero que sólo es el equivalente cibernético a cortar el paso a unos grandes almacenes haciendo una sentada.

Se organizan manifestaciones, protestas, acampadas y asambleas en las que cualquier símbolo, gesto o lenguaje violento o meramente desagradable es proscrito (pero de forma pacífica). Y todo ello se hace con retorcidas y largas votaciones consensuadas que preservan la absoluta pureza democrática del movimiento.

Quizás lo más significativo sean las imágenes de hombres y mujeres sentados pacíficamente con las palmas alzadas, permitiendo con absoluta pasividad que las porras de la policía se ceben en ellos.

Cuando los "Indignados" del 15m se manifestaron en la toma de posesión de los ayuntamientos, se escucharon críticas contra la "injustificable violencia" que habían ejercido algunos al insultar a los políticos y otros asistentes.

Hoy, los insultos son "violencia injustificable". En los 80, casi la misma expresión se usó para describir cócteles molotov y un centenar de edificios en llamas.

No sé cuanto durará, porque la paciencia de hasta el mas pasivo pacifista tiene su límite. Pero este parece ser el nuevo y extraño espíritu de los tiempos.

Al día siguiente

Al día siguiente, el político habló a sus asesores de marketing:

- Haced que parezca que hemos escuchado lo que querían, pero sin que haya que hacer nada.

- Un discurso o dos bastarán, y quizás nombrar una comisión de algo. - Le respondieron.

Y funcionó.

PPCMS 2022