Al ver a mis compañeros y conocidos, veo que todos participan en diversos sorteos y loterías: Es evidente que el raro soy yo
Por eso, para que no me mires raro por ser un tipo antisocial (y porque es lo único que se me ha ocurrido para postear hoy), te explico mis razones:
Se define probabilidad como el número de casos favorables a un suceso divido por el número de casos posibles.
De esto se deduce que las probabilidades de obtener un premio en la lotería primitiva son iguales al número de combinaciones ganadoras dividido entre el número de combinaciones totales.
El número de combinaciones posibles (esto es: combinaciones de 49 elementos tomadas de seis en seis) se calcula con la fórmula Cm,n = m!/((m-n)!*n!), donde m es el número de elementos totales (49 en nuestro caso) y n es el número de elementos de una combinación (6 en nuestro caso).
De modo que, sustituyendo, nos da que:
C49,6 = 49!/((49-6)!*6!) = 13.983.816
Para el caso del "Gordo" (acertar los seis números) solo hay, evidentemente, una combinación ganadora.
Por tanto, la probabilidad de obtener el gordo de la primitiva es de uno entre 13.983.816.
Está jodido, pero siempre existe esa posibilidad: La suerte es la suerte ¿no?.
Al parecer, las probablidades de que me caiga un rayo son de una entre 600.000
Es decir, que es unas 23 veces más fácil que me parta un rayo a que me toque el gordo de la primitiva.
Si invirtiera mi capital en jugar a la lotería también debería, por coherencia, comprarme un pararayos portátil: hay 23 veces más razones para llevar encima un pararayos que para jugar a la lotería.
Si arriesgas algo de dinero para conseguir un montón de millones con una porbabilidad ínfima de ganar ¿No apostarás un pararayos portatil para salvar tu vida, teniendo en cuenta que es una apuesta 23 veces más segura? El premio es mucho mayor y las probabilidades también...
Sin embargo, si consideras (como yo) que la posibilidad de que te caiga un rayo es demasiado pequeña para que merezca la pena, entonces deberás plantearte si la posibilidad (aún menor) de ganar la lotería merece el esfuerzo...
El Ark (o, mas bíen, su blog) cumple un añito.
Es decir, que huy se cumple un año desde su primer post.
Por lo que me ha parecido entrever en esto del blogerío, eso es una especie de prueba de fuego, de modo que muchas felicidades (Esta vez al Ark, no al Blog).
Si lees este blog, es casi seguro que también lees el suyo, de modo que, ahora mismo, tira pallá y hala, a felicitarlo.
Probablemente el suyo sea el que más a menudo enlazo desde este (algo así como la cosa esa famosa de la endogamia bloguera, pero en pequeñito), de modo que, para el recuerdo, sirva este post de homenaje.
Por muchos años. Besitos.
Si, creo que ya lo he dicho más de una vez: Todo en la vida viene con fecha de caducidad. Y las cosas buenas (como, por ejemplo, las vacaciones) más aún.
Ya ha pasado más de un mes desde el último post: Me prometí unas vacaciones off-line y lo he cumplido.
Alguien me dijo hace pocoque ahora me tocaba blogear mis vaciones: Algo así como la redacción que, de pequeño, te pedían en el colegio al mempezar el curso.
De modo que vamos allá:
Li y yo salimos mochila y tienda de campaña al hombro y nos subimos en un autobús para Ribadesella (Asturies), vía Madrid. Eso son unos ochocientos kilómetros, más o menos. Más horas de autobús de las aconsejables en cualquier caso.
Allí nos albergamos en un pequeño y económico camping al que, como es lógico, solo íbamos a la hora de dormir.
Son muchas y variadas las cosas que puede hacer un turista en Asturias, e incluyen, por ejemplo, las siguientes:
Pasear a caballo era una de las cosas que le había prometido a Li para este verano, y al final lo hicimos por los alrededores de Ribadesella. Si nunca has tenido demasiada experiencia con caballos, ahí van algunos datos de interés:
Pese a que en las películas de vaqueros los indios disparaban flechas desde sus monturas, tomar fotografías desde un caballo en movimiento es una maniobra bastante más compleja de lo que, en principio, pudiera parecer.
Cuando un caballo trota, el jinete pasa más tiempo en el aire que sobre la silla.
Los caballos que se usan para pasear turistas son extremadamente dóciles y gobernables, siempre que sigas el camino que ellos quieren seguir.
La sidra es la bebida más famosa de Asturias.
Y, supongo, no hay nada más que comentar.
El descenso del río Sella es una de las competiciones de canoas más conocidas del país. El equivalente turístico es uno de los llamados deportes de aventura consistente, a grandes rasgos, en que unos tipos te llevan en coche río arriba, te meten en una canoa, y te dicen: "Dentro de quince kilómetros te recojemos". A resultas de lo cual tú te pasas cinco horas dándole al remo.
He notado un curioso efecto de las canoas:
Los miopes que tratan de hacer el descenso del Sella con sus gafas puestas, y no usan ninguno de los adminículos que se venden para evitar que estas se alejen de su posición supranasal habitual, tienen un alto porcentaje de posibilidades de que, al volcar la canoa en un recodo particularmente dificil, estas acaben derfinitivamente perdidas en el fondo del río y, previsiblemente, camino del mar cantábrico.
En el caso de que seas miope y lleves tus gafas sin el antedicho adminículo, te puedo dar otro consejo: Si ves un par de indicadores que dicen, respectivamente: "Ruta peligrosa" y "Ruta alternativa", deberías tomar la segunda opción.
Esta es la razón por la que, en la fotografía de arriba, no llevo las gafas puestas.
Afortunadamente, tengo unas gafas de sol graduadas, que me han hecho el apaño. Aunque con el handicap de que anochecía antes para mí que para el resto de la gente.
Al margen de este pequeño incidente, el "paseito" en canoa fué realmente espectacular. Es agotador, pero merece la pena.
Incluso cuando comenzó a llover torrencialmente y no se podía ver a través de la cortina de lluvia.
Los que gustan del nacionalismo tadicional, católico y legendario, suelen tener en muy alta estima al señor que, mirando al horizonte con gesto adusto, aparece en la foto de arriba.
El tipo en cuestión es Don Pelayo, quién, según cuentan, con la cruz en ristre venció a un impresionante ejercito de infieles en la batalla de Covadonga, allá por el 722 A.D. con la inestimable ayuda de La Virgen (lo que le valió la elevación de un santuario en una cueva cercana).
El caso es quedicen que, tras esta victoria, Don Pelayo comenzó en Cangas de Onís lo que sería el origen de la Cristiandad Española y el germen de la Reconquista.
Si contúas ascendiendo las montañas y dejas atrás santuarios y parafernalias cristianas, llegas al escepcionalmente bién cuidado Parque Nacional Picos de Europa y, más concretamente, a los lagos de covadonga. Paisajes espectaculares, vacas, antiguas explotaciones mineras, vacas, fauna, vacas, flora y, por supuesto, vacas por todas partes.
Toda esa zona es conocida como "la costa de los dinosaurios", por la gran cantidad de icnitas que se han encontrado en sus acantilados.
Algunas (como la de la imagen de arriba) son de un tamaño razonable. Otras, de grandes vegetarianos, son bastante mayores. Tanto que un Psicobyte puede sentarse dentro de ellas.
Aprovechando el tirón de las huellas esas, y como los dinosurios molan, los asturianos han montado en Colunga el Museo del Jurásico de Asturias (MUJA), cuya silueta vista desde el aire imita una de estas icnitas pero, desde tierra, parece un gigantesco wonderbra.
Dentro puedes encontrar lo normal en este tipo de museos: Piedras, fósiles, moldes de las huellas ya mencionadas, gigantescos esqueletos montados (Incluida una pareja de Tyranosaurus dedicados a actividades ínimas) y reconstrucciones de dinosaurios.
Fascinante.
para un tipo tan mediterráneo como yo, las mareas del mar cantábrico resultan francamente espectaculares.
Después de tantos kilómetros, y daodo que Li es tremendamente aficionada al mar, es evidente que debíamos pasar nuestro día de playa y remojarnos un poco (el agua no está tan fría como era de esperar), recoger conchas, mirar bichos, y todas esas cosas que se suelen hacer en estos casos.
Después de gastarnos un dineral en comprar los consabidos recuerdos para familiares y amigos, y aún más cargados de equipaje de lo que habíamos salido, tomamos un autobús para Madrid. Tras la experiencia del viaje de ida, habíamos decidido hacer el regreso en dos fases: Haciendo un día de parada en Madrid para descansar en un hostal y aprovechar para hacer una visita al Zoo (Li quería ver los delfines, yo quería ver los osos).
Y esto es, más o menos, todo.
Mi segunda quincena de vacaciones la he empleado, básicamente, en tumbarme en la cama y dedicarme a eso que los italianos llamaron, tan descriptivamente, Il dolce far niente.
Ahora estoy de nuevo en el trabajo, de regreso al día a día.
Si, creo que ya lo he dicho más de una vez: Todo en la vida viene con fecha de caducidad. Y las cosas buenas (como, por ejemplo, las vacaciones) más aún.
El cine de verano está lleno de ventajas:
Puedes comer en la sala, puedes fumar, puedes incluso hacer un estudio antopológico observando a los que se traen a sus (siempre hiperactivos) hijos a ver una película en plan familiar.
Además, por el precio de la entrada, tienes derecho a ver tu película y a escuchar, además, la que están proyectando en la sala de al lado.
También, si hace frío, tienes derecho a pasar frío.
Si la película te aburre, puedes ir al bar a pedir una copa y a charlar sobre lo mala que es con otros "aburridos", o puedes simplemente dedicarte a contemplar las pocas estrellas que se ven en el firmamento urbano.
O también, si no tienes otra cosa que hacer, puedes intentar estrangular a alguno de los anteriormente mencionados hijos hiperactivos. El resto de la sala (con la probable excepción de los padres del susodicho), te lo agradecerá sacandote a hombros entre vítores y hosannas.
A pesar de lo que pudiera parecer por lo que te digo, me gusta el cine de verano.
Simplemente, soy realista.
Este año, hasta ahora, solo he ido a ver dos películas al cine de verano:
Fuí a ver Troya con muy pocas esperanzas puestas en ella. Y, sin embargo, al final, me decepcionó.
El viejo Homero, si viviera hoy día, agradecería ser ciego. Pero no es eso. Es que la peliculilla es aburrida hasta más no poder, y los personajes son patéticos individuos sin interés. Ni siquiera es una buena película de acción.
La otra que he visto es Kill Bill Volumen II (Imprescindible haber visto antes el Vol. I). Vale: Esta sí mola.
Tampoco es fascinante, pero está bién. Tiene algunos momentos muy buenos aunque, a veces, me dá la impresión de que no soy lo bastante friki para segurile los detalles...
A ver si me dá tiempo a ver Yo robot porque, con tanta crítica tanto positiva como negativa o muy negativa, me está entrando la curiosidad.
Sigo un poco pop.
Hace unos días charlaba con Zycalo sobre cómo se podría conseguir, a partir de una foto, un efecto comic al estilo de Roy Lichtenstein.
Por otro lado, en un comentario a mi último experimento gráfico, A. se quejaba de que "¡a mi no me haceis fotos tan bonitas¡". En reaildad, lo que le pasa es que nunca está contenta.
De modo que ella se lo ha ganado: La he usado como víctima de mi photoshop, y ahora está a modo de imagen reducida, a la izquierda de este texto y al estilo comic, decorando este blog. Para que no se queje más. Si quieres verla completa, no tienes más que pulsar sobre la imagen.
Y, siguiendo con la cosa pop, y para que este post me quede simétrico, a la derecha tienes otra trastada gráfica, esta vez a lo Warhol y con Li como sujeto pasivo (y paciente) de mi impertinente cámara. Lo mismo que con la anterior, también tiene una versión ampliada.
Últimamente podría hablar de cualquier cosa: de las medallas de nuestros expresidentes, de las nuevas burradas de nuestros viejos obispos, o incluso de las sombrillas de Almuñecar.
Pero el caso es que no tengo ganas de nada de eso.
Pues eso. Que sigo bastante pop.