Hasta un niño de cinco años sería capaz de entender esto!... Rápido, busque a un niño de cinco años, a mí me parece chino.
Groucho Marx (Sopa de Ganso - 1933)
Este Groucho tiene un humor genial.
El toque terapeutico es una de las muchas medicinas "alternativas" que circulan por ahí. Como suele ocurrir con estas cosas, no existe ningún experimento ni investigación que fundamente su utilidad, más allá de la propia creencia de sus defensores.
La idea de estos defensores es más o menos la que sigue:
Una persona convenientemente entrenada es capaz de sentir el aura de los pacientes con tan solo acercar sus manos a ellos, sin llegar a tocarlos, lo que les permite percibir qué males les aquejan.
Una vez detectada la enfermedad, solo hay que "transmitir" la energía del sanador al paciente para, manipulando este aura, curarle.
Supongo que, para que todo este dislate tuviera un mínimo de fundamento, habría que demostrar antes alguna cosilla como, por ejemplo, que existe el aura, que las enfermedades se reflejan en ella, que es percibible por el tacto, que se puede manipular y que esa manipulación puede ser curativa. Naturalmente, nada de esto está demostrado.
De hecho es algo bastante difícil de demostrar. Si un tipo te dice que una persona sensitiva puede percibir el aura y tú le pides pruebas, te responderá, probablemente, que tú no eres "sensitivo".
Y, sin embargo, en 1996, Emily Rosa diseñó un sencillo experimento para validar si, relamente, los practicantes del "toque terapeutico" detectan el aura o lo que sea.
El montaje era más o menos el siguiente:
Una mesa con sillas en lados opuestos, dividida por una pantalla compeltamente opaca con dos aberturas por las que intriducir las manos.
El "terapeuta" se sentaba en una de las sillas e introducía las manos por las aberturas (que se cubrían con una tela para evitar que pudiese ver el otro lado) con las palmas hacia arriba.
En la otra silla se colocaba Emily que, aleatoriamente (lanzaba una moneda) situaba su mano sobre una de las del "terapeuta", sin tocarlo. Este debía detectar el aura (o lo que sea) de Emily y decir si su mano estaba sobre su izquierda o su derecha.
Simple ¿Verdad?
Una persona que no detectase nada tendría una probabilidad, por simpe azar, del 50%. Para que los resultados fueran estadísticamente relevantes, se hicieron varias sesiones de pruebas con 16 "terapeutas" voluntarios.
¿El resultado? Un promedio de aciertos ligeramente menor al 50%. Allí nadie había detectado nada.
Emily Rosa se hizo bastante famosa por su trabajo: Fué invitada a repetir su experimento ante las cámaras de televisión y consiguió algunas becas y, lo que es más importante, publicar su investigación en la revista de referencia Journal of the American Medical Association.
El publicar en una revista como esta le sirvió también para aparecer en el libro Guiness de los records como la inverstigadora más joven que jamás ha publicado en una revista científica.
Supongo que Emily Rosa no podía imaginar donde iría a parar todo esto mientras efectuaba su experimento como un simple trabajo para la escuela en 1996, a la edad de nueve años.
En 1879, un tal Josef Stefan había demostrado que todos los cuerpos emiten radiación (luz) en función de su temperatura (Cuanto más caliente, más radiación) y que el rango de longitudes de onda de esta radiación lo hace al revés (cuanto más caliente, menor longitud de onda).
Vale, te lo explico de otro modo:
Supongamos que empiezas a claentar un cuerpo: Al principio no verás nada extraño, aunque el cuerpo ya está radiando (si acercas tu mano notarás el calor). Lo que ocurre es que lo hace con una gran longitud de onda (infrarojos), que es invisibe a nuestros ojos.
Si sigues calentándolo, radiará aún más, y además lo hará a longitudes de onda más cortas. Llegará un momento en que la longitud de onda sea lo suficientemente corta para ser visible, y comenzarás a ver brillar un rojo oscuro, luego un rojo más vivo, naranja, blanco... que son colores con menores longitudes de onda.
Ya sé que el blanco no es un color: En realidad, es la componente principal de la radiación la que disminuye su longitud de onda, aunque el cuerpo radia en un espectro amplio (en varias longitudes de onda a la vez). Y, precisamente, describir este espectro iba a ser lo complicado.
Varias teorías trataron de describir cómo se distribuía la radiación según la temperatura, pero las que eran capaces de describir una parte del espectro fallaban en la otra, y viceversa.
La pregunta que se hacían era, más o menos, esta: Un cuerpo ideal que absorba o emita calor perfectamente ¿Cuanta radiación de cada longitud de onda emitirá según su temperatura?
(Este "cuerpo ideal" tiene un nombre: Se llama "cuerpo negro", y a lo que trataban de describir se le llama "radiación de cuerpo negro")
Hasta que Planck consiguió una fórmula que describía perfectamente, en todo el espectro, la radiación de cuerpo negro. Pero había una pega: Plank necesitaba suponer que la luz se comportaba como si estuviese "empaquetada". Un cuerpo sólo podía emitir o absorber una cantidad entera de estos "paquetes", y no fracciones de ellos (no vale, por ejemplo, medio paquete) y, además, los "paquetes" de una determinada longitud de onda tenían una energía determinada, inversamente proporcional a su longitud de onda (a menos longitud de onda, más energía).
Planck llamó a estos paquetes "quanta" (que es latín, y en singular es "quantum") pero que en español hemos traducido por "cuantos".
El caso es que los quanta de Planck no gustaron a nadie (ni siquera a él mismo), porque ya tenían las ecuaciones de Maxwell para describir la luz y funcionaban perfectamente. Y las ecuaciones de Maxwell asumían que la luz es una onda ¿Y cuando se ha visto una onda "en paquetes"?
De modo que la mayoría de los físicos se tomó la cosa en el plan de "Bueno, vale. La radiación de cuerpo negro se describe como si los quanta exsitieran, pero todos sabemos que son solo para simplificar el cálculo...".
Para que la gente se tomara en serio los quanta hacía falta, de algún modo, verlos "en acción". Necesitaban algo que solo se pudiese explicar con "paquetitos" de luz.
Y ahora, de verdad, es cuando me meto en el asunto.
El 9 de junio de 1905, hoy hace exactamente cién años, un joven oficial de la oficina de patentes de Berna (Suiza) llamado Albert Einstein, publicó en la revista "Annalen der Physik" (Anales e Física) un artículo con el ampuloso título de "Un punto de vista heurístico en torno la producción y transformación de la luz" (Bueno, como escribió en alemán, en realidad se llamaba "Über einen die Erzeugung und Verwandlung des Lichts betreffenden heuristischen Gesichtspunkt"), que trataba de algo tan anodino como el comportamiento de la luz en ciertas condiciones.
Concretamente, Einstein trataba de explicar el "efecto fotoelectrico".
Algunos materiales son capaces de reaccionar ante la luz emitiendo electrones. Este es el fundamento físico que hay tras cosas como las células fotoeléctricas (eas que impiden que la puerta del ascensor se cierre cuando hay alguien en medio) o de las placas solares.
La idea de cómo, mas o menos, funcionaba este efecto estaba clara: Los átomos de los materiales fotoeléctricos tienen algunos electrones "un poco sueltos", y la energía de la radiación es capaz de arrancarlos.
Dicho así es simple. Pero, si nos metemos en los detalles, la cosa se dificulta: Porque estos materiales son bastante selectivos en la forma en la que reacciona a la luz.
Para empezar, un material puede emitir electrones con, por ejemplo, luz naranja, verde y violeta, pero no con luz roja. Es decir, hay un umbral en la longitud de onda que arranca electrones. Longitudes de onda inferiores a ese umbral lo harán, pero las inferiores no, independientemente de su intensidad (un poquito de luz violeta puede arrancar electrones, pero ni toda la luz roja del mundo lo hará).
Además, el color de la luz influye en la energía que se aporta a los electrónes (lo rápido que salen disparados), pero nó en la cantidad de estos que arranca.
Y, por otro lado, aumentar la intensidad de la luz permite arrancar más electrones, pero no les dá mas energía.
Según todo lo que se sabía de la luz en ese momento, era imposible que eso ocurriera de ese modo.
El propio Einstein mencionaba esta dificultad en su artículo:
La idea habitual de que la energía de la luz está distribuida de forma contínua en el espacio a través del que viaja se enfrenta especialmente a grandes dificultades cuando uno intenta explicar fenómenos fotoeléctricos [...]
Pero, sin embargo, si los quanta de Planck existieran realmente, todo sería muy simple y razonable. Si suponemos que son los quanta de luz los que arrancan electrones, la cosa se podría describir así:
Los quanta pueden absorberse solo de forma discreta (en canridades enteras). Cuando un quantum choca con un electrón, le transmite una cantidad de energía que depende, como ya vimos, de su longitud de onda. Si la longitud de onda es demasiado larga (y, por tanto, tiene poca energía), ni todos los quanta del mundo servíran para sacar electrones. De ahí el que haya una longitud de onda umbral.
Como la longitud de onda es inversamente proporcional a la energía, quanta con longitudes de onda menores aportarán mas energía a los electrones. Pero como un electrón tiene que absorber un quantum completo (no pueden "repartírselo"), esto no hará que salgan más electrones.
Y, por último, una mayor intensidad de luz (o sea, más cantidad de quanta) hará que salgan más electrones, pero no hará que estos sean más rápidos.
Por este artículo (y no por la Relatividad) Enistein recibió el premio Nobel de Física de 1921.
Este artículo (más incluso que el trabajo de Planck) significó la partida de nacimiento de la mecánica cuántica.
De acuerdo con la hipótesis aquí considerada, en la propagación de un rayo de luz emitido por una fuente puntual la energía no está distribuida de forma contínua sobre volúmenes de espacio cada vez mayores, sino que consiste en en un número infinito de cuantos de energía localizados en puntos del espacio que se mueven sin dividirse, y sólo pueden ser absorbidos o generados como unidades completas.
Como prometí ayer en la primera parte de este post, aquí tienes la continuación:
Brno, 1965. Arrojada en un jardín, abandonada y olvidada, yace una estatuta.
Se trata de la misma estatua de Mendel que cincuenta años antes presidía orgullosa la Mendlovo námestí.
La razón de que en 1965 su estatua yazca abandonada es que Mendel ha sido considerado por las autoridades de todo el mundo soviético como anticomunista y contrario a los intereses del proletariado. No en su calidad de monje ni por causa de su ideario político o moral, sino como científico.
En 1929, en la prácticamente recién nacida Unión Soviética, un ingeniero agrónomo ucraniano llamado Trofim Denisovich Lysenko estaba "revolucionando" la biología. Sus éxitos con la vernalización (Un proceso que permite acelerar el madurado de algunas plantas haciendolas pasar por un periodo de frío), le habían aportado cierto renombre. Y él supo aprovechar ese renombre.
Eran malos tiempos: El hambre y las malas cosechas nunca habían sido raros en el campo ruso, pero la revolución y sus consiguientes movilizaciones y luchas habían empeorado la situación. Lysenko aprovechó esa especie de desconfianza en los científicos "¿Por qué no han hecho nada por nosotros?". Los científicos no ofrecían soluciones al hambre, pero los éxitos con la vernalización de Lysenko prometían un futuro mejor.
Lysenko era una especie de "neolamarkianio": Pensaba que los carcteres adquiridos durante la vida de un individuo se transmitía a su descendencia, y que unas especies podían cambiar espontáneamente a otras (trigo a centeno, era el ejemplo más típico).
Para Lysenko, el Darwinismo y la genética eran, "ciencia burguesa" que había que erradicar, costruyendo una nueva biología acorde con los principios del proletariado. La suya, claro.
A menudo, tendemos a juzgar injustamente los conocimientos de nuestros antepasados por los baremos actuales, con lo que percibimos una imagen falseada, porque sabemos cosas que ellos no sabían, y nos preguntamos ¿Como podían ser tan tontos?
Pero este no es el caso: Lysenko, para su época y en su contexto histórico, era un absoluto ignorante.
La biología rusa de esa época estaba al mismo nivel de occidente, de modo que no es de extrañar que despreciaran a Lysenko y sus planteamientos.
Pero Trofim Denisovich Lysenko contaba con un as en la manga, y no era precisamente un argumento científico.
Más versado en las artes de la política que en biología, sabía moverse en el ambiente del politburó, y tenía el apoyo de Joseph Stalin.
En 1938, el dictador puso a Lysenko en la presidencia de la "Academia de Ciencias Agrícolas" y del "Instituto de Biología", destituyendo a Nikolai Ivanovich Vavilov, el anterior presidente y un hombre incomparablemente más capaz.
En una retorcia parodia del jucio a Galileo, se le exigió a Vavilov que se retractara de sus ideas afines a Darwin y Mendel. Vavilov se negó con las palabras "Iremos a la hoguera, pero no renunciaremos a nuestras convicciones.". Esto significó su perdición. En una parodia de juicio se le condenó por "espionaje" y fué deportado a Siberia, donde murió.
Vavilov no fué el único. Lysenko impidió la enseñanza de Darwin, Mendel y cualquiera que siguiese sus tesis, la publicación de trabajos y la investigación. En una brutal serie de purgas y depurtaciones, envió a sus oponentes científicos a Siberia y, aveces, a la muerte.
En la Unión Soviética y los países de su entorno la biología era Lisenkoista o no era nada.
Y esto nos lleva, otra vez, a la estatua de Mendel.
Al ser nuestro abad un autor "burgés", "contrario al materialismo dialéctico", prohibido y repudiado, las autoridades políticas ordenaron la retirada y destrucción de la estatua. Afortunadamente, quitaron la estatua, pero no la destruyeron. Me gustaría pensar que fué por algún acto deliberado en favor de la memoria de Mendel, pero sospecho que, en ralidad, la estatua se salvó por la simple dejadez de los encargados de cumplir la orden.
Si anteriormente Mendel había sido olvidado por razones científicas, esta vez eran solo política e ideología lo que le condenaban.
Los resultado para la ciencia soviética fueron desastrosos. Mientras que los avances, por ejemplo, en química o física fueron a la par con occidente, las ciencias biológicas se estancaron en un callejón inútil del que no podía surgir nada.
Sin Mendel y sin Darwin, la biología soviética no existía.
Pero la posición de Lysenko estaba basada en la fuerza, y no en las ideas. Cuando,en 1953, murió Stalin, Lysenko perdió su apoyo y cayó en desgracia. Aunque el daño ya estaba hecho, la era del Lysenkoismo había terminado.
Sin embargo, su influencia aún duraría, y no fué hasta 1965, en el primer centenario del la publicación del trabajo de Mendel (y gracias en buena medida a las presiones de científicos extranjeros), cuando su memoria fué recuperada oficialmente.
Se organizó una gran conferencia internacional sobre genética en el teatro Janacek de Brno, el obispo de Brno dió una solemne misa en su honor (algo sorprendente, dado el rechazo de las autoridades a las exhibiciones religosas públicas) en la catedral de San Pedro y Pablo, y la estatua fué recuperada de su abandono.
En el monasterio de Santo Tomás, donde Mendel vivió y trabajó, se ubicó un museo en su honor, el Mendelovo muzeum - Muzeum Genetiky.
En el jardín de la abadía se puede visitar la estatua de Mendel que, con la barbilla alta y el gesto relajado de la sabiduría, mira al frente, quizás recordando el pasado, quizás aguardando el futuro.
A sus piés nacen, crecen y se cruzan las plantas de Pisum sativum, los guisantes de Mendel.
Otra vez pongo los agradecimientos, y otra vez lo hago de todo corazón:
Quiero expresar mi agradecimiento por la colaboración del Mendelovo muzeum - Muzeum Genetiky que, generosamente, dedicó parte de su tiempo a responder por correo electrónico a mis absurdas cuestiones (del tipo "¿Quién es el autor de la estatua que teneis en el jardín?").
Y sobre todo agradezco, con todo el cariño, a mi amiga I.L de Praga, que se pusiera en contacto con dicho museo y actuara de traductora e intérprete (porque, como supondrás, no tengo ni idea de checo).
Sin estas ayudas, probablemente no habría escrito este post.
En Brno (República Checa), en el edificio de la abadía de Santo Tomás, se encuentra el Muzeum Genetiky y, en su jardín, una estatua.
La efigie representa a un hombre maduro, vestido con hábito monacal (Agustino, por más señas), que mira al frente con la barbilla alta y el gesto relajado de la sabiduría.
Ese hombre es Johan Gregor Mendel.
La historia de esa estatua tiene bastante de simbólico. Permíteme que la use para hablarte del hombre al que representa y, por el camino, sobre la buena y la mala ciencia. El paseo será un poco largo, pero creo que es bastante interesante.
Para comenzar esta historia, vamos a mirar hacia el pasado, a 1865, en esa misma ciudad de Brno (que entonces se llamaba Brünn y pertenecía a Austria).
Gregor Mendel pasea por el jardín del monasterio donde vive y trabaja, observando con atención las plantas de guisante (Pisum sativum) que ha cultivado en él y tomando notas sobre ellas. Durante varios años, esa pequeña plantación ha sido su experimento.
Mendel hace poco que ha presentado ante la Sociedad de Ciencias Naturales de Brno los resultados de sus experimentos, que han tenido una buena acogida. En ellos describe el modo en que los caracteres pasan de padres a hijos. Ha empleado mucho tiempo en esa investigación. Y muchas plantas, trabajo y cuidados. Y, sobre todo, muchas matemáticas.
Primero tuvo que seleccionar cuidadosamente cepas puras para, con ellas, llevar a cabo una serie de cruzamientos, clasificar y contar la descendencia de estos, y calcular con estos datos cómo funciona la herencia de los caracteres.
De sus cálculos, Mendel dedujo sus famosas tres leyes que, esquemáticamente, consisten en lo siguiente:
Las leyes de Mendel representaban la culminación a un debate de siglos: ¿Los rasgos hereditarios se "diluyen" a través de las generaciones? ¿Los de los padres se mezclan en los hijos? ¿Podían permanecer oculto un rasgo durante varias generaciones y luego aparecer de nuevo?
Mendel daba respuesta a estas preguntas y, de paso, ponía la que sería la primera piedra de la moderna genética.
La historia siguiente, innumerables veces repetida, es ampliamente conocida:
Mendel chocó con la incomprensión de su época ya nadie le hizo caso: Un modesto fraile de Brno no era digno de codearse con la élite científica mundial, y sus experimentos y conclusiones fueron condenadas al olvido. Fué un adelantado a su época, pagó por ello con el olvido, y murió siendo un desconocido.
Hasta que, en 1900, los científicos Hugo de Vries, Carl Correns y Eric von Tschermak "redescubrieron" las leyes y, buscando entre la biografía publicada, encontraron el olvidado artículo de Mendel.
Esto me recuerda a los inigualables "Les Luthiers", cuando cuentan la historia de Don Rodrigo Diaz de Carrera, que fundó Caracas...
En pleno centro de Caracas.
"¡Que ya estaba fundada!"
Con proverbial caballerosidad científica, Vries, Correns y Tschermak admitieron la prioridad del difunto monje, que fué rescatado así del anonimato.
La verdad es que la historia tiene "gancho". Al fín y al cabo, los hombres somos unos románticos, y la leyenda del genio incomprendido a quién ningunean los "sabios", muerto en el anonimato para resurgir plenamente reconocido posteriormente, es una tentación demasiado fuerte. Supongo que, por eso, todas las versones tradicionales de este mito van más o menos en esa línea.
Pero, claro, tú que eres de mente preclara y me conoces, ya te habrás imaginado que ahora es cuando yo digo eso de "Pero no fué exactamente así". Acertaste.
Como he comentado al principio, cuando Mendel presentó sus experimentos en la Sociedad de Ciencias Naturales de Brno obtubo una buena acogida. Al año siguiente de esto, su trabajo fué publicado en la revista de la institución que, si bién no tenía demasiada difusión, sí llegó a manos de naturalistas de su época.
Pero las cosas no iban a ser tán fáciles, sobre todo porque las tres leyes de Mendel no son exactamente ciertas.
En particular, la tercera ley, que dice que "los caracteres hereditarios se transmiten independientemente unos de otros", falla.
Como sabemos huy día (pero Mendel no podía saber) los genes se agrupan en cromosomas. Aunque en la meiosis existe una fase en la que se recombinan los cromososmas (entrecruzamiento), en general los que están en un mismo gen se transmiten juntos, lo que dá al traste con la tercera ley.
Por otro lado, Mendel no definió demasiado lo que es un "caracter heredable" y, además, hay muchos caracteres que dependen de varios genes (por ejemplo, el color de la piel humana), para los que las proporciones de Mendel, tal como él las enunció, no son válidas.
Esto es importante y representa un problema más serio de lo que parece: El que, precisamente, caractéres tan "socialmente relevantes" (y entonces aún más que ahora) y tan conspicuos como el color de piel o los rasgos faciales parecieran contradecir sus leyes fué un serio problema.
Pero aún había más.
A pesar de los obstáculos mencionados, Mendel estuvo en contacto epistolar con Carl von Nägeli, una de las principales autoridades en botánica de su época, que se interesó por su trabajo.
Nägeli era una figura respetada y ,si hubiese dado su apoyo al monje, jamás se habría olvidado su trabajo y la historia hubiese sido muy distinta.
Y aquí viene el meollo de la historia.
Nägeli estaba en ese momento trabajando con plantas del género Hieracium, y le sugirió a Mendel que repitiera sus experiementos con ellas.
Mendel lo hizo así, y los reultados fueron desesperanzadores: Mendel había seguido el mismo método riguroso que con sus guisantes, pero Hieracium le desilusionó: No cumplía sus leyes (En concreto, se saltaba la segunda o "de segregación"). En 1868 Mendel publicó sus trabajos con Hieracium, dando cuenta de las diferencias entre sus resultados y los esperados.
No podemos sabwer qué habría ocurrido si Mendel hubiese seguido experimentando con otras plantas, pero podemos suponer que la historia habría sido muy distinta, porque Hieracium es una excepción: Este género tiene la peculiaridad de que puede reproducirse, además de sexualmente, por partenogénesis (¿recuerdas el post del otro día sobre el sexo en la naturaleza?), pero eso Mendel no podía saberlo. Muchas de las plantas que Mendel creía descendientes de dos progenitores, en realidad eran hijas de solo uno de ellos.
Además, el año anterior Mendel acababa de ser elegido abad de su monasterio, y eso le cargó de montañas de trabajo que le impedían dedicarse a la botánica con la misma intensidad que antes.
A partir de entonces, Mendel solo publicó un par de trabajos (de caracter local y nada sobresalientes) de climatología, por lo visto fué un buén abad, y murió (dicen que, en parte, a causa del esfuerzo que requirieron sus investigaciones con Hieracium), prácticamente olvidado, el 6 de enero de 1884.
Pero en en el año 1900 las cosas iban a ser distintas.
Las técnicas de preparado, observación y microscopía habían avanzado tremendamente desde los tiempos de Mendel, había muchos más datos disponibles, los científicos habían observado los cromosomas , y algunos tenían sospechas de que tenían algo que ver con la herencia.
"El campo estaba abonado", como suele decirse, hasta tal punto que tres personas (los mencionados de Vries, Correns y Tschermak), simultáneamente pero de forma independiente, llegaron a las mismas conclusionoes que Mendel.
Y el resto de la historia, más o menos, ya te lo he contado antes.
En 1910 y gracias a la donación voluntaria de biólogos de todo el mundo, se erigió la estatua (del escultor Theodor Charlemont) de la que hablaba al principio de este post.
No me malinterpretes: Nada más lejos de mi intención que quitarle mérito al abad de Brno. Su intuición genial, su paciente trabajo y sus experimentos rigurosos le llevaron a unas conclusiones que solo se "redescubrirían" cincuenta años más tarde y con más datos y medios más avanzados. Pero Mendel no fué, como dice la versión romántica, presa de los prejuicios elitistas de sus coetáneos.
Curiosamente, aquellos que negaron a Mendel se equivocaron, pero por las razones correctas.
Desde la plaza a la que se dió su nombre (Mendlovo námestí), Mendel miraba orgulloso al mundo que antes le había olvidado.
Pero no habían acabado las tribulaciones del pobre abad. Porque, al menos en su propia tierra, Mendel estaba condenado a ser olvidado de nuevo. Y esta vez las razones del olvido serían mucho más estúpidas.
Pero eso te lo contaré mañana.
Es la primera vez que tengo que poner agradecimientos en un post, y lo hago de todo corazón:
Quiero expresar mi agradecimiento por la colaboración del Mendelovo muzeum - Muzeum Genetiky que, generosamente, dedicó parte de su tiempo a responder por correo electrónico a mis absurdas cuestiones (del tipo "¿Quién es el autor de la estatua que teneis en el jardín?").
Y sobre todo agradezco, con todo el cariño, a mi amiga I.L de Praga, que se pusiera en contacto con dicho museo y actuara de traductora e intérprete (porque, como supondrás, no tengo ni idea de checo).
Sin estas ayudas, probablemente no habría escrito este post.
Para quén no esté al tanto de la actualidad española, explicaré que los actuales herederos a la corona esperan, a su vez, un heredero subsidiario. O sease, que tenemos un real feto en el real útero de Doña Letizia.
Salvo que a uno le interese la cosa rosa, o sea un monárquico bastante encendido, el tema no tiene mayor interés que el puramente anecdótico. Los reyes, poco más o menos, se reproducen con el resdto de mamíferos. Pero legislaciones y tradiciones que sobreponen al macho sobre la hembra han hecho que en este caso la atención pública se centre en el sexo del real feto.
En el caso de los monarcas, como en los humanos o la mosca Drosophila, el sexo se determina por los cromosomas sexuales. Las hembras poseen dos cromosomas X, y los machos un cromosoma X y otro más pequeño, el cromosoma Y.
La herencia del sexo en las monarquiás se determina entonces del siguiente modo (que se nombra como "XX-XY" para resumir):
Pero la naturaleza es rica y variada en formas y maneras, y esto de la determinación del sexo no iba a ser distinto.
Las aves, por ejemplo, tienen el sistema diametralmente opuesto. Poseen un par de cromosomas ZW-ZZ (se les llama Z y W para evitar confusiones con los X e Y de otros sistemas), en el que los machos son los que tienen la dotación repetida (ZZ) y las hembras tienen un Z y un W que, como en los machos reales, es más pequeño que su complemento.
¿Mas opciones?
Veamos: En los himenópteros (Hormigas, avispas, abejas) suele darse un sistema XX-X0, llamado "haplo-diploide". No hay cromosoma "masculino": Si tienes dos copias del cromosoma X eres una hembra, Si solo tienes una copia, eres un macho (En realidad, los machos tienen una sola copia de todos los cromosomas, son haploides).
Y otros insectos, como nuestro conocido gusano de seda (Bombyx mori) tienen también el método opuesto Z0-ZZ: Los que tienen dos copias serán machos, y los que tienen una resultarán en hembras.
El dichoso ornitorrinco (Platypus sp.), tan extraño en tantos aspectos, también tienen que dar la nota para esto de los cromosomas sexuales: Machos y hembras tienen una dotación de ¡diez! cromosomas sexuales (XXXXXXXXXX-XYXYXYXYXY). Y no solo eso: Partes de algunos de estos cromosomas son sospechosamente parecidos a los que forman parte del complejo ZW-ZZ de las aves.
Pero no todo es genética en la naturaleza. Hay animales para los que el sexo no es cuestión de genes.
En los reptiles suele ser la temperatura a la que se incuban los huevos la que determina el sexo del animal. temperaturas menores darán lugar a hembras, y si te incubaste com más calor, serás un macho. Las hembras sois tan frías...
Otros animales prefieren no tomarse el trabajo de decidir su sexo. El hermafroditismo mola: Algunos gusanos marinos (Poliquetos), nacen siempre machos. Cuando crezcan se convertirán en hembras. El sexo es para ellos una cuestión de edad (Hermafroditismo secuencial). Los machos son todos unos inmaduros.
Bonellia viridis, otro gusano marino, ha optado por el método más cómodo: Nace asexuado y sale a ver mundo. Si no encuentra ninguna hembra se convierte en una. Pero si encuentra una, se refugia en su interior y se desarrolla como un macho endosimbionte. El concepto del Giggoló llevado a su estremo.
Muchos caracoles y babosas ni siquiera hacen esto: Son, simultaneamente, macho y hembra (Hermafroditismo simultáneo). En algunas especies resultan ser unos pequeños bisexuales libertinos bastante completos: Cuando dos de estos caracoles se abrazan lúbrica y apasionadamente, se inseminan mutamente. Eso es igualdad de sexos y lo demás son tonterías.
Otras especies pueden superar incluso esto ¿Que pasa si no encuentras pareja? No importa, siempre te queda reproducirte asexualmente (partenogénesis): La Inmaculada Concepción en versión gasterópodo.
O puedes, como la tenia (Tenia solium), que es hermafrodita, reprodicirte sexualmente, pero sin compañero: Te autofecundas, y en paz. El incesto definitivo.
Existe el sorprendente caso de un escarabajo, Xyleborus ferrugineus, que necesita de l ayuda de una bacteria (Wolbachia sp.) que vive en su interior : Los huevos fecundados normalmente por un macho serán hembras, aquellos que "fecunde" (Es un decir, en ralidad se debería hablar de "activar") la bacteria, nacerán machos.
Y hay incluso más formas, pero creo que con esto ya te haces una idea batante clara.
No, si después de todo podemos darnos por afortunados. El feto real, simplemente, tiene un 50% de posibilidades de nacer de cada sexo. Podría haber sido más complicado...