Al hilo de lo que te contaba el otro día sobre la belleza artificial y todo eso, dale un vistazo a "This Is Beautiful", un proyecto de la fotógrafa Amanda Koster.
Haddon Sundblom, además del autor de la pin-up de hoy (En 1972 para una portada de Playboy), fué el diseñador del abrigado trajecito rojo que, de forma tan descocada luce la dama de arriba.
Claro que, originalmente, él lo creó, en 1931, para vestir a un tipo sonrosado, rechoncho y barbudo que los norteamericanos (y hoy día todo el planeta) asocian con la navidad: Santa Claus.
En aquella época no había un consenso sobre la vestimenta de Santa Claus, aunque se tendía al tradicional "verde duende". Sin embargo, para Sundblom la elección de los colores era obligada: El gordo este iba a protagonizar una campaña de Coca Cola y, según dicen, lo vistieron de rojo y blanco: los colores de la empresa.
No es verdad que Coca Cola creara a Santa Claus, como tampoco es exactamente cierta la leyenda de que Sundblom "inventó" el traje rojo: Ya había "Santas", incluso de ese color, antes de su trabajo. Lo que sí es cierto es que ese modelo exacto (traje rojo con ribetes de piel blanca y un ancho cinturón negro) es de su creación.
Parece que la imagen tuvo éxito, porque hoy día, con la excepción de las campañas de una empresa de telefonía (que ha cambiado el color, pero no el diseño), este señor siempre va vestido de esa guisa.
Prepárate, porque esta nochevieja vas a asistir al enfrentamiento de energías que están más allá de la comprensión humana.
Carlos Santillana (es nombre artístico, en realidad se llama Juan Carlos Cofrades), un tipo de Cáceres que dice tener "poderes mentales" (No se refiere a los del tipo "pensar claramente", si no a los de "doblar cucharas"), dice estar preparando un sabotaje paranormal a las campanadas de nochevieja.
Dice este individuo que, a las doce de la noche del 31 de Diciembre, parará el reloj de la Puerta del sol durante, al menos, tres minutos (la última vez que lo leí eran horas, pero ya sabes cómo es la prensa).
Dice haber estado ensayando con varios relojes en distintas localidades, y que la cosa pinta bién (para él, se entiende).
Cabe precisar que intentará parar el reloj justo después de las campanadas, aunque dice que podría desviarsele el tiro y joder, inintencionadamente, las campanadas en sí.
Como me parece fatal que este tipo fastidie las uvas a media España (com peligros de atragantamiento por la impresión, que se sumarían al tradicional lío de "los cuartos"), he decidido poner en juego mis propias capacidades supranormales, telekinéticas y paraestúpidas para corregir este desastre.
Mientras Carlos Santillana esté concentrado en parar el reloj con sus poderes, yo mismo usaré los míos para mantenerlo en funcionamiento. Un auténtico duelo de mentes.
De modo que, si estábas asustado ante el riesgo de no poder tomarte tus uvas, ya puedes respirar tranquilo. Pienso demostrarle al tal Carlos que mis poderes de mentalista son superiores a los suyos.
He de decir que yo veré las campanadas en una cadena local de Granada, porque este año las dará un amiguete (y brindaré a sus salud). Pero no te preocupes, que mantendré una parte de mi mente (pongamos un 10%) concentrada en el reloj de Madrid. Creo que con esos será suficiente.
Sé que dudas de que una modesta décima parte de mi mente sea capaz de frenar el inconmensurable poder de un mentalista profesional, pero te aseguro que yo (sin ni tan siquiera haber ensayado antes) me siento perfectamente capacitado para la tarea.
Si justo después de las campanadas se para misteriosamente el reloj, gana Carlos Santillana. Si funciona normalmente, gana Allan Psicobyte.
El día uno de Enero de 2006 todo el mundo sabrá quién es el mentalista más poderoso, si Carlos Santillana o Allan Psicobyte.
¿Alguna apuesta?
Se me olvidaba comentar esto (Y lo educado es enlazar):
Gracias a Xavi Caballé, JJ y Fernand0, participo con 10 céntimos en cada uno de los números 65591, 48323 y 74384 para el sorteo de navidad.
Si cae algo, me invito a gambas.
O las setenta diferencias.
O las setecientas.
Si lo piensas, es bastante estúpido.
Me refiero, para empezar, a crear un modelo de belleza definido y universal, que se pretende como un objetivo a conseguir para alcanzar el estatus de "atractivo".
O sea: Que alguien ha decidido qué aspecto hay que tener para ser guapo, y todos debemos seguir esa norma.
Me refiero, para continuar, a la idea implícita de una escala lineal, que normalice el atractivo personal en una línea perfectamente graduada, desde la fealdad en un extremo, a la belleza en el otro.
O sea: Que debe existir un Cociente de Belleza (CB a partir de ahora), que defina lo guapo o feo que eres con un número, al estilo de esa otra idea también estúpida del Cociente Intelectual (Debería hablar de esto un día, pero es que me pongo de los nervios con el tema).
Y me refiero, para terminar, a que, además de pretender situarnos a todos en la misma escala basada en el mismo modelo, ese modelo es falso.
Que no existe, vamos.
Querer parecerse a la muchacha de la portada de "Metropolitan" (por usar el ejemplo ficticio del link de abajo) es, si me apuras, como querer parecerse a u unicornio. Los unicornios no existen. Y la chica de "Metropolitan" tampoco.
Ya, ya sé que exagero. Pero no tanto como podría parecer.
Todo el mundo lo sabe: Las modelos de las revistas están tremendamente maquilladas, las luces son cuidadosamente situadas y las fotografías están seleccionadas al detalle.
También sabe todo el mundo que esas fotografías han pasado por el sutil filtro del retoque fotográfico.
Conozco, por amigos que están en el gremio, ejemplos en fotografías que ilustran noticias de periódicos locales (Cosas del tipo de "Quítale ese grano al concejal, que queda fatal" o "Arreglale los dientes a ese futbolista").
Y si esto se hace en fotografías "periodísticas", imagínate lo que se hace en publicidad.
En una página de la web de Forsman & Bodenfors tienen una presentación en flash (de la que proceden las imágenes que ilustran este post) ejemplificando el tipo de retoques que se les hace a estas fotografías. Y, te lo aseguro, no exageran.
Más ejemplos de lo que puede hacer el retoque digital en las páginas de Glenn C. Feron yGreg Apodaca.
En definitiva, que personas que no existen se convierten en falsos modelos de belleza en una escala lienal absurda.
Lo que te decía al principio: Si lo piensas, es bastante estúpido.