No creo que te sea de ninguna utilidad, pero esta es la conclusión a la que he llegado tras el examen (no muy detallado, todo hay que decirlo) del juego Sims 2.
Para empezar, el sistema es impresionante. Siempre me gustaron los juegos de esta gente (desde los viejos sim ant y sim earth). Supongo que eran juegos lo bastante "geeks" para un tipo raro como yo.
Pero este es espectacular. Solo pensar en la complejidad interna que tiene que tener para gestionar esas redes sociales y esos perfiles de comportamiento individual, asusta, la verdad.
Después están los gráficos (que necesitan una máquina bastante potente), que están muy currados, y los movimientos, que son muy realistas.
Pero todo eso son detalles.
Mi auténtica conclusión, lo que de verdad he descubierto, es que yo no podría jugar a ese juego.
Si a duras penas soy capaz de llevar adelante mi propia vida ¿Cómo voy a conseguir que un puñado de monigotes vectorizados sean felices con las suyas?
Pequeña foto-documento:
Como en las latitudes en las que viven los pingüinos suele hacer bastante frío, estos incuban sus huevos sosteniéndolos sobre sus patas, del modo que puedes ver en la foto, para aislarlos del frío suelo.
OPS!
La triste historia de un soldado imperial (o un stormtrooper para los más frikis). Una original animación en flash.
Si nos atenemos a lo que se dice desde la Exposición Universal de Aichi, el futuro va a ser estupendo. Tecnología y naturaleza se dan la mano bajo el lema "La sabiduría de la naturaleza" para ofrecernos una visión maravillosa del mañana.
Es un viejo tema este: Tecnología es progreso. Y el progreso, por definición, es "hacia delante". De modo que avanzar tecnologicamente significa, según esta lógica, hacer un mundo mejor.
Permíteme que te cuente una historia quizás un poco vieja, pero creo que ilustrativa:
El Londres de 1851 resplandecía ante el mundo como una joya. Y engastado en ella, como un diamante de 300.000 facetas, estaba el Cristal Palace.
Se estaba celebrando la que sería la primera Exposición Universal, y una nueva era parecía abrirse ante los ojos fascinados de la humanidad. La ciencia, la tecnología, la industria y el arte exponían sus maravillas, y mostraban cómo sería el mundo del futuro.
Un futuro resplandeciente, movido por la fuerza irresistible del vapor, donde el hombre ya no sería esclavo del trabajo. Las máquinas servirían a la humanidad, que podría dedicar sus esfuerzos a la ciencia, la cultura y el arte. Un futuro ilustrado, de paz y belleza universal.
La tecnología nos haría libres.
Pero el camino de la revolución industrial fué otro. Las máquinas, en vez de liberar del trabajo, llevaron a los hombres al paro y la misera. En vez de hacer nacer una generación de artistas y sabios, crearon un lumpen de misera embrutecida. Algunos decía que sería una reacción temporal y que, cuando pasase, todo sería mucho mejor. Aún tenían esperanzas. Tenían fé en la máquina.
Pero todos los sueños acabaron estrepitosamente.
La primera guerra mundial (Entonces "la Gran Gerra") mostró el lado más perverso y siniestro de este sueño convertido en pesadilla. Todos los avances de la ciencia fueron puestos al servicio de la guerra. Una guerra de trincheras, barro y crueladad. Obuses, aeroplanos, gases, máquinas. Todos ellos se volcaron hacia el fín supremo de la muerte y la destrucción. Una generación fué aniquilada, física y moralmente.
Cuando terminó, se le llamó "la guerra que acabaría con todas las guerras". Su horroroso e imborrable recuerdo serviría para que nunca más permitiéramos que se repitiese algo así.
Pero, supongo, la memoria humana es frágil. La segunda guerra mundial fué aún peor. Inimaginablemente peor.
Los mayores logros de la tecnología fueron aplicados de nuevo a ella, añadiéndole la brutal eficiencia de la nueva era.
La producción en cadena, que abarata costes aumentando el rendimiento, también demostró su utilidad: Si los "bombardeos en alfombra" arrasaban una ciudad en una noche, los campos de exterminio fueron la muestra más horrorosa del asesinato masivo, planeado, sistemático y eficiente.
La bomba atómica puso un espectacular punto y final a la guerra. Y también puso en el punto de mira a los científicos: Ellos la habían diseñado. Ellos lo habían permitido.
Muchos responsabilizaron a la ciencia de todo ese horror. Y no creo que nadie pueda culparles por ello. La ciencia que nos había prometido felicidad, libertad y paz había servido para la muerte, la esclavitud y la guerra.
No. Si algo nos hace libres, no será la tecnología.
La tecnología puede realmente ayudarnos a romper nuestras cadenas, pero también puede forjar unas más pesadas.
Si algo nos hace libres, seremos nosotros mismos.
No lo olvidemos.
Cuenta San Agustín, en su "De Civitate Dei":
Eleganter enim et ueraciter Alexandro illi Magno quidam comprehensus pirata respondit. Nam cum idem rex hominem interrogaret, quid ei uideretur, ut mare haberet infestum, ille libera contumacia: Quod tibi, inquit, ut orbem terrarum; sed quia ego exiguo nauigio facio, latro uocor; quia tu magna classe, imperator.
Claro, quizás no se entiende muy bién, porque San agustín escribía en latin (Que queda mucho más serio, pero es más dificil de leer). Pero viene a decir lo siguiente:
Una respuesta justa e ingeniosa dio a Alejandro Magno un pirata a quien habían hecho prisionero. Al preguntarle el rey por qué tenía que causar estragos en el mar, le repuso con libre audacia: Y tú, ¿por qué tienes que causar estragos en el mundo? Porque sólo tengo un pequeño navío, me llaman pirata; tú, que tienes una gran flota, te llamas emperador.
Es de suponer (San Agustín no dice nada al respecto) que la chulería le costó al pirata su cabeza, o algo peor. Pero, eso sí, nadie puede negar que tenía la razón de su lado.