Si te fijas en la barra lateral de este blog, podrás ver, en el apartado "Extras" un enlace que pone "Licencia".
Y lo que dice en ese enlace es que me he montado una licencia en Creative Commons, concretamente una licencia del tipo "Attribution-ShareAlike 1.0.".
Eso significa, a grandes rasgos, que autorizo a todo aquel que lo desee a usar cualquier cosa de este blog libremente, con fines comerciales o no, con tal de que reconozca mi autoría.
Adicionalmente, el que use esos contenidos, debe permitir su uso de este mismo modo.
Como te puedes imaginar, esta licencia (al estilo copyleft), está diseñada expresamente para proteger, cultivar y animar mi amor propio.
La verdad es que no es nada importante, pero supongo que tenía que decirlo...
Este es el post 105 de mi blog.
Me hubiera gustado celebrar de algún modo el número 100, pero últimamente estoy bastante atontado...
Llevo un par de semanas que ni hago comentarios... ni siquiera en mi propio blog.
Intentaré ponerme al día mañana...
Porque me enfurezco y siento que se me crispan los dedos. Pero callo y no respondo.
Cuando un chaval de mi edad y mi entorno me dice que el que no encuentra un trabajo y el "éxito en la vida" es porque no quiere.
Cuando un vendedor de medicina alternativa me cuenta que su máquina puede desde hacer liftings y liposucciones, hasta curar cancer de mama e hígado.
Cuando una currante como yo asegura que ella no contrataría a un gitano, porque son unos ladrones.
Cuando me dicen que todos esos "antiglobalización" no son más que una pandilla de vándalos gritones.
Cuando la novia de un amigo afirma taxativamente que los homosexuales no tienen derecho al matrimonio.
Cuando me tratan de convencer de que el libre mercado es el mejor de los mundos posibles.
Cuando me comporto, en cierto modo, como el "valentón" de Cervantes:
[...]
caló el chapeo, requirió la espada,
miró al soslayo, fuese, y no hubo nada.
Porque aquí, en mi blog, o cuando estoy con mis amigos, soy un bocazas, y me encanta dar mítines y hablar y protestar y quejarme y resolver los problemas del mundo.
Pero, las veces que hizo falta hablar, callé.
Y no hubo nada.