La noche del pasado jueves comencé a sentirme muy mareado. Esto me obligó a hacer una especie de dramática huida "perdonad pero me estoy poniendo muy malito..." y correr a mi cama.
El viernes, entre toses y dolor de cabeza, pasé un día infernal en la oficina. Ya no cabía duda: he pillado la gripe.
De modo que he estado prácticamente todo el fin de semana metido en la cama, alimentándome a base de caldo de pollo, y teniendo sueños surrealistas por culpa de la fiebre.
Hoy lunes, la fiebre parece haber remitido. La cabeza me duele como un tambor de Calanda, y en esta maldita oficina no no hay ni una aspirina.
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