Cuando estás leyendo, a veces te encuentras con frases que, por su estructura, significado, forma o lo que sea, para bién o para mal, te llaman la atención y te obligan a detenerte un instante. Por ejempo (Que es a lo que viene esto) me acaba de pasar hace unos minutos con "Perceval o el cuento del Grial".
No sé si la culpa es suya, del traductor, o de quién, pero el narrador es Chrétien de Troyes, y el protagonista en este momento es Gauvain (Gawain).
En un momento determinado, Gauvain está intentando cazar un ciervo y ya casi lo ha atrapado...
Pero el venado salta como un ciervo y se le escapa
¿Salta como un ciervo? ¿Qué me haces, Chrétien? ¿Y cómo esperabas que saltase? ¿Como una tortuga?
Pero, unas pocas páginas más adelante, El heroe conoce a una dama (Muy cortés y muy hermosa) que, obviamente, se enamora de él al instante. (Y viceversa, porque Gauvain parece partidario de una especie de "Amor devoto, fiel y eterno. Iterado")
Y, entonces, le perdono a Chrétien el chirriante asunto del ciervo porque, cuando la pareja se queda charlando a solas, comenta, como de pasada, que...
Ambos hablaban de amor, porque si hablaran de otra cosa, no harían sino perder el tiempo
Delicioso.