Porque me enfurezco y siento que se me crispan los dedos. Pero callo y no respondo.
Cuando un chaval de mi edad y mi entorno me dice que el que no encuentra un trabajo y el "éxito en la vida" es porque no quiere.
Cuando un vendedor de medicina alternativa me cuenta que su máquina puede desde hacer liftings y liposucciones, hasta curar cancer de mama e hígado.
Cuando una currante como yo asegura que ella no contrataría a un gitano, porque son unos ladrones.
Cuando me dicen que todos esos "antiglobalización" no son más que una pandilla de vándalos gritones.
Cuando la novia de un amigo afirma taxativamente que los homosexuales no tienen derecho al matrimonio.
Cuando me tratan de convencer de que el libre mercado es el mejor de los mundos posibles.
Cuando me comporto, en cierto modo, como el "valentón" de Cervantes:
[...]
caló el chapeo, requirió la espada,
miró al soslayo, fuese, y no hubo nada.
Porque aquí, en mi blog, o cuando estoy con mis amigos, soy un bocazas, y me encanta dar mítines y hablar y protestar y quejarme y resolver los problemas del mundo.
Pero, las veces que hizo falta hablar, callé.
Y no hubo nada.
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