Lo de arriba no lo digo yo, que lo dice el Eclesiastés (Ecle 1, 15): "Stultorum infinitus est numerus (El número de tontos es infinito). Y lo que dice la Biblia va a misa.
En los últimos días, este blog se ha llenado de adivinos de medio pelo y aspirantes a intérpretes de las profeciás del dichoso San Malaquías.
Ni por asomo se me habría ocurrido escribir aquí algo al respecto si no fuera por esta molesta circusntancia: El tema adivinatorio no me interesa lo más mínimo, y nunca había pensado en dedicar mi tiempo ni mi trabajo a ello.
Fíjate que ya he hablado otras veces de ovnis, de reencarnaciones o de teleplastias. Incluso me he visto obligado a hablar de psicofonías a cuasa de la mala elección en el nombre de este blog. Pero no es mi objetivo vital la investigación paranormal (fundamentalmente, porque no hay nada que investigar).
No es tampoco mi afán el traer a la cordura a locos, ni a la inteligencia a tontos, ni al conocimiento a ignorantes. Se que no haré cambiar de opinión a ninguno de los que creen en estas cosas. Pero es evidente que, si me llenan el blog de mentecateces, tengo el derecho (y casi el deber moral) a rebatirlas.
Para empezar, vamos a darle un vistazo a San Malaquías y a las profecías en cuestión.
San Malaquías vivió entre 1094 y 1148, y se ganó la santidad a base de milagros como curaciones y, lo que nos atañe ahora, adivinaciones. Sorprendentemente (o quizás no tanto), entre estas legendarias adivinaciones de San Malaquías no están las de los Papas.
No es hasta 1595 (Casi quinientos años tras la muerte de San Malaquías), cuando "aparecen" las famosas profecías papales. En esa fecha Arnoldo de Wyon escribió un libro titulado "Lignum vitae", donde las relata.
Supongo que no será necesario explicar que la única prueba que tenemos de la autoria de estas profecías por San Malaquías es la palabra del tal Arnoldo.
A esto cabe mencionar la incrédula opinión de Benito Jerónimo Feijoo que, ya en 1728, decía:
No sólo S. Bernardo, que escribió a la larga la vida de Malaquías, dando cuenta de algunas predicciones suyas, no habló palabra de las profecías en cuestión; pero ni otro Autor alguno de cuantos florecieron en más de cuatro siglos que pasaron desde que murió Malaquías, hasta que escribió Arnoldo Uvion.
Se puede encontrar esta frase, y toda una crítica a estas profecías y a otras muchas, en la copia on-line de su obra Teatro crítico universal (Que me ha servido de "bibliografía", junto con el atículo al respecto que publican en Magonia, para escribir esta primera parte del post), para que no digas que no doy facilidades.
La famosa lista (que ni tan siquiera ha tratado de mirar muchos de los aprendices de brujo que recientemente han comentado por aquí) se compone de 111 líneas (lemas) que se supone que deben describir a otros tantos Papas, y una nota final (más extensa) aludiendo a Pedro el Romano, el que debería ser el último Papa.
Es un detalle notable que los lemas correspondientes a los Papas entre Celestino II (el primero de la lista, en 1143) y Gregorio XIV (1590, justo antes de que "apareciera" la lista) son relativamente claros y distinguibles: Aluden a escudos, apellidos, lugares de nacimiento o residencia, y son fácilmente asimilables a los distintos Papas.
Los Papas elegidos despues de que la lista viera la luz encajan mucho peor, haciendo malabarismos bastante forzados e interpretaciones, a menudo, demasiado alambicadas.
Todo hace pensar que la lista fué escrita en torno a 1595 (cuando "apareció"), y que estos primeros Papas no son sino profecías "a posteriori". Así es bastante fácil "adivinar" lo que sea.
Pero, en cualquier caso, si un texto es lo bastante ambíguo (y estos lemas lo son) y estamos dispuestos a forzar la imaginación lo suficiente, cualquier Papa puede encajar en él.
Veamos, por ejemplo, el caso de este último Pontífice: ¿Cuánto se amolda a su lema correspondiente?
Despues de que el Obispo anteriormente conocido como Joseph Ratzinger (Ahora Benedicto XVI) saliera elegido en la elección papal, hay un sinnúmero de personas que intenta, con bgastante poco éxito, encajar el nuevo Papa en la enseña que le correspondería en las predicciones Malaquianas: "Gloria Olivae".
Lo más divertido es que ni siquiera despues de la elección papal consiguen ponerse de acuerdo en la interpretación de la profecía. Dá la impresión de que una profecía como diós manda debería ser algo más evidente Al menos, despues de cumplida.
La explicación que se ha hecho más popular es alguna variante de lo que sigue:
Ratzinger ha elegido el nombre de "Benedicto" para su papado, que suena como el nombre de la orden "Benedictina", que tiene como símbolo un Olivo, y a los cuales también se llama "Olivetanos".
Nota que esto requiere un par de supuestos dudosos:
En cualquier caso, aunque todo esto fuera cierto, sería una profecía batante mediocre (Ha habido cuarenta Papas benedictinos, a los que les habría encajado mejor esta explicación, por ejemplo), por no decir francamente ridícula. Pero es que, además, es mentira.
Según parece, Ratzinger ha elegido ese nombre en memoria de Benedicto XV, que tiene fama de pacifista y conciliador. Nada que ver, a lo que se vé, con la orden monástica.
La orden Benedictina debe su nombre a su findador San Benito (Benedictus, en latín) de Nursia. Y, para desaire de profetillas, me temo que no tiene ningún olivo como emblema o símbolo de ninguna clase. El símbolo que tradicionalmente se asocia a los Benedictinos es el cuervo (Al parecer por un cuervo que, milagrosamente, salvó al santo de ser enveneado).
Y ya que no hay ningun olivo que tenga especial significación para esta orden ¿No habrá algún otro árbol o planta que sí lo tenga? Quzás el falso Malaquías se equivocó de árbol. Después de todo (que sepamos), no era botánico...
Veamos: La única planta que reclaman los benedictinos como simbólica en algún sentido, es la Barda, una zarza en la que San Benito expiaba sus tentaciones carnales (según versiones, arrojándose a ella de cuerpo completo, o intriduciendo solo su "membrum virile") y que fué por ello bendita con la pérdida de sus espinas.
En cualquier caso, no parece que una zarza (aunque sea sin espinas) pueda confundirse facilmente con un olivo.
Entonces, te preguntarás: ¿Por qúe la orden Benedictina es también conocida como "la Olivetana"?
Muy simple: Eso es otra falacia. La orden Benedictina no es llamada Olivetana.
La Orden Benedictina es una "Confederación de Congregaciones", que reúne nada menos que 21 congregaciones masculinas, a las que se han de añadir las 61 congregaciones femeninas que están asociadas a la Orden.
De estas 21 Congregaciones Benedictinas, solo hay una a la que se llame "la Olivetana". La Congregación Olivetana (que ni tan siquera es la principal ni la más importante), debe su nombre al Monte Oliveto, donde se sitúa su archiabadía.
De modo que la cosa queda así:
Ratzinger ha elegido el nombre de "Benedicto" para su papado, que suena como el nombre de la orden "Benedictina", que tiene varias congragaciones, una de las cuales se llama "Olivetanos".
Bastante flojo.
De moso que tenemos unas "profecías de malaquianas" sobre el nuevo Papa, que no son proféticas, ni de San Malaquías, ni encajan con este Papa.
Y, sin embargo, una montaña de seguidores las creen a piés juntillas.
Ya lo decía Feijoo en la obra antes mencionada:
Es preciso que donde quiera que haya hombres, haya embusteros que finjan, y haya necios que crean.
Hala. Hasta otra.