Si lo del RFID ya era como para ir al supermercado acojonado, a partir de ahora le diré a Li que yo no pienso hacer la compra.
Porque he descubierto que nos observan.
Desde ahora, cualquier hombre que visite supermercados, centros comerciales o cualquier otro tipo de grandes superficies comerciales, sabrá que pueden estar observandole. Que le vigilan, atentas a sus gestos, examinando sus compras, evaluando sus movimientos.
De modo que, si eres hombre, intenta evitar ir al super.
Y, si no puedes evitarlo, al menos intenta dar una buena impresión. ¡Leches!
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