La verdad: Nunca entendí lo de Hello Kitty.
Porque, a ver:
Lo de Snoopy estaba claro. Una tira cómica famosa, moderadamente graciosa, perfectamente inmaculada de cualquier alusión inconveniente que hiriese a la moral más puritana y ajena a cualquier contenido mínimamente político.
Todo eso lo unes a un dibujo simple y claramente identificable, y ya es carne de merchandising.
Lo de Mafalda era tres cuartos de lo mismo, aunque, quizás, con un poquito más de carga política (en cualquier caso, nada que escadalizase al burgués más "bien pensant").
El que una tira cómica, un dibujo animado, una película o lo que sea, se convierta en objeto de la mercadotecnia más despiadada, era, amis tiernos ojos de infante, como la lluvia: Lo más natural del mundo.
Pero Hello Kitty ¿de donde demonios había salido ese gato? No era un dibujo animado, ni un tebeo, ni una pleícula ni nada de nada.
Hello Kitty era merchandising basado en merchandising: Mercadotecnia en el estado más puro y visceral.
El caso es que, durante veinte años, la gatita ha permanecido como reina incontestable de ese tipo de complementos cursis, de color rosa y llenos de corazoncitos, que tanto parecen entusiasmar a las niñas pre-púberes.
Y no es que le hayan faltado competidores. A veces surgió un competidor temporal que hizo temblar a los ejecutivos de Sanrio ¿Recuerdas aquellos dibujos de dos niños regordetes, desnudos y asexuados que nos decían cosas que, inavarablemente comenzaban con "El amor es..."?
Algunos de estos competidores aún mantienen sus seguidores. Por ejemplo, puedes preguntarle a Circe por la gran comunidad de fans de Candy Candy que existe.
Sin embargo, ninguno de ellos pudo vencer a la reina en su prpio terreno.
Hasta ahora.
porque ahora ha llegado Pucca, y tiene intención de luchar con el gato, liquidarlo, y que nunca más se le recuerde.
Pucca es, como la reina Kitty, un producto orientado a los complementos (bolsos, monederos, agendas, llaveros...) con corazoncitos, flores y mariposas. Y está pegando fuerte.
Puede ser que sea otro intento fallido de destronar a la vieja gata pero, por la impresón que me dá, yo diría que estamos asistiendo a un cambio de régimen.
La Reina ha muerto. ¡Viva la reina!