A su manera este libro es muchos libros, pero sobre todo es dos libros. El lector queda invitado a elegir una de las dos posibilidades siguientes:
El primer libro se deja leer en la forma corriente, y termina en el capítulo 56, al pie del cual hay tres vistosas estrellitas que equivalen a la palabra Fin. Por consiguiente, el lector prescindirá sin remordimientos de lo que sigue.
El segundo libro se deja leer empezando por el capítulo 73 y siguiendo luego en el orden que se indica al pie de cada capítulo.
El extraño parrafito de arriba se corresponde con la primera página de Rayuela, de Julio Cortazar, y viene a ser algo así como el manual de instruciones necesario para leer esa novela.
Algunos han querido ver en esta novela algo parecido a la semilla pre-cibernética del hipertexto. Tampoco suena tan raro.
Todo esto viene a cuento de que un varipinto grupo de cortazianos de todo el mundo ha hecho de la metáfora realidad y, disponiendo cada uno en su web uno o más capítulos de Rayuela, han creado el Rayuel-o-matic Digital Universal, creando lo que, en mi opinión, es el tomo más grande jamás editado: Un ejemplar que abarca todo el mundo.
Por si no sabes quién demonios es el tal Cortazar ese, y como Rayuela es un poco largo para leerlo en pantalla, te regalo (seguro que saltándome un montón de leyes sobre la propiedad intelectual) el siguiente texto, del mismo autor:
Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea quebrada hasta alturas sumamente variables. Agachándose y poniendo la mano izquierda en una de las partes verticales, y la derecha en la horizontal correspondiente, se está en posesión momentánea de un peldaño o escalón. Cada uno de estos peldaños, formados como se ve por dos elementos, se situó un tanto más arriba y adelante que el anterior, principio que da sentido a la escalera, ya que cualquiera otra combinación producirá formas quizá más bellas o pintorescas, pero incapaces de trasladar de una planta baja a un primer piso.
Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas. La actitud natural consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y regularmente. Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón. Puesta en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente de la izquierda (también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en éste descansará el pie, y en el primero descansará el pie. (Los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta adquirir la coordinación necesaria. La coincidencia de nombre entre el pie y el pie hace difícil la explicación. Cuídese especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie).
Llegando en esta forma al segundo peldaño, basta repetir alternadamente los movimientos hasta encontrarse con el final de la escalera. Se sale de ella fácilmente, con un ligero golpe de talón que la fija en su sitio, del que no se moverá hasta el momento del descenso.
Historias de Cronopios y de Famas (Julio Cortazar)
Comentarios
Es lindo ver que entre tanta fruta agria y mala hierba que nos corrompe, todavía hay muchos como vos, que pueden reconocer la magia, la ironía, el absurdo o el infinito donde otros sólo saben ver una escalera.
Gracias por no haber perdido nunca el encanto y la inocencia, y gracias por haberme dejado entrar en tus laberintos de papel y tinta.
Gracias también por ese par de veces que me dejaste mosqueando en la última página de un cuento sabiamente torcido al final en un firulete absurdo, desconcertante. De ésos que te hacen volver a leer todo otra vez, pero con el gozo de una primera vez.
Gracias, y le mando un cordial saludo adonde quiera que esté, quizá correteando junto al oso de mi cañería....
Y gracias a tí, Psico, que ya sé que el blog es tuyo, hombre :p.. Espero que no te jodan con eso de los derechos de autor. Nadie debería poner trabas a la difusión de ciertas perlitas. Que perderían más de lo que se podría ganar.
Saludos!