Paso todos los días por ahí, y no las había visto.
Seguramente ya estaban antes, pero no me había fijado hasta hoy.
Pequeñas y arracimadas, con ese peculiar tono de rojo sobre el verde de las hojas. Son como un aviso: "La primavera está mas cerca de lo que crees".
Este año me siento preparado para enfrentarme con éxito a mi tradicional ataque de melancolía primaveral.
Aunque sea a base de chocolate para estimular mis betaendorfinas...
No, si la culpa no es del invierno, ni la primavera, ni el verano, ni el otoño. La culpa es mía, que que debo tener un punto masoca por la cosa depresiva. Pero, de verdad, este año no caigo.
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