Efectivamente, este fin de semana has sido bastante ajetreado.
Li, como todos los años por estas fechas, ha cumplido un año más. Lo hizo el sábado, para ser más concretos (aunque la celebración del evento fué el domingo).
El mismo sábado, y a modo de regalo, la llevé (por sorpresa y a traición) a unos baños árabes.
Estos consisten en un local saturado de vapor, donde vas cambiando entre varias pequeñas piscinas a distintas temperaturas (desde "bastante fría" a "jodidamente caliente"), y hay unos masajistas que se ocupan en manipular tu espalda de formas que se alternan entre lo indecentemente placentero y lo cruelmente sádico.
Después de esto, y por continuar con la cosa árabigo-andaluza, fuimos a una tetería a merendar en un ambiente relajado (por aprovechar la inercia de los baños).
La noche acabó cenando en una pequeña pizzería un poco kitsch y, después, una copita sentados en sillones de mimbre.
En resumen: Un sábado calmado, tranquilo y relajante sólo para nosotros dos. Parece que a Li le gustó su regalo.
El domingo, tal y como Li había previsto, nos reunimos un montón de amigos (aunque faltaron algunos) para celebrar una merienda. Cafés y tés de distintas clases y una montaña de pasteles, galletas y dulces.
Lo que Li no había previsto es que todo el mundo parecía tener bastante prisa, y se fueron marchando poco a poco y discretamente...
...Para reunirse en casa de otro amigo donde, cuando Li fué llevada con una prosaica escusa, le esperaba una fiesta sorpresa, con alcohol, papafritas y otras porquerías similares.
Parece que le hizo bastante ilusión.