Cuando el sabio (o el que dice ser sabio, o el que parece ser sabio, o el que podría ser sabio pero también podría no serlo) señala la luna, lo mejor que puedes hacer es mirar atentamente a su dedo.
Y preguntarte a quién sirve ese dedo, qué pretende al señalar a la luna, si no estará desviando tu atención y, ya que estás mirando dedos, no sería mala idea echarle un ojo a la otra mano; no vaya a ser que esté, por ejemplo, en tu bolsillo.
Y, sobre todo, pregúntale por qué alguien que dice ser sabio está ahí de pie, señalando a la luna como un tonto.
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