El cine de verano está lleno de ventajas:
Puedes comer en la sala, puedes fumar, puedes incluso hacer un estudio antopológico observando a los que se traen a sus (siempre hiperactivos) hijos a ver una película en plan familiar.
Además, por el precio de la entrada, tienes derecho a ver tu película y a escuchar, además, la que están proyectando en la sala de al lado.
También, si hace frío, tienes derecho a pasar frío.
Si la película te aburre, puedes ir al bar a pedir una copa y a charlar sobre lo mala que es con otros "aburridos", o puedes simplemente dedicarte a contemplar las pocas estrellas que se ven en el firmamento urbano.
O también, si no tienes otra cosa que hacer, puedes intentar estrangular a alguno de los anteriormente mencionados hijos hiperactivos. El resto de la sala (con la probable excepción de los padres del susodicho), te lo agradecerá sacandote a hombros entre vítores y hosannas.
A pesar de lo que pudiera parecer por lo que te digo, me gusta el cine de verano.
Simplemente, soy realista.
Este año, hasta ahora, solo he ido a ver dos películas al cine de verano:
Fuí a ver Troya con muy pocas esperanzas puestas en ella. Y, sin embargo, al final, me decepcionó.
El viejo Homero, si viviera hoy día, agradecería ser ciego. Pero no es eso. Es que la peliculilla es aburrida hasta más no poder, y los personajes son patéticos individuos sin interés. Ni siquiera es una buena película de acción.
La otra que he visto es Kill Bill Volumen II (Imprescindible haber visto antes el Vol. I). Vale: Esta sí mola.
Tampoco es fascinante, pero está bién. Tiene algunos momentos muy buenos aunque, a veces, me dá la impresión de que no soy lo bastante friki para segurile los detalles...
A ver si me dá tiempo a ver Yo robot porque, con tanta crítica tanto positiva como negativa o muy negativa, me está entrando la curiosidad.
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