Ultimamente, la gente parece velar en demasía por mi salud.
Me explico: Será por la cosa de los propósitos de año nuevo, pero todo el mundo parece que ha dejado de fumar, o está en trance de ello, o tiene la firma convicción de hacerlo en breve.
Y, claro, lo malo de los ex-fumadores es que no pueden evitar ser proselitistas.
Es superior a sus fuerzas. Se pasan el rato diciendo frases que suelen empezar por "No quiero ser un pesado pero...", "Tu haz lo que quieras pero...", "Yo te entiendo pero...", y acaban con "...te estás matando.", "...desde que lo dejé estoy mucho mejor.", "...eres un adicto."
Y entre esos puntos suspensivos hay largas retahilas inacabables de los mismos manidos argumentos. Y no es que sean malos argumentos pero, si no consiguieron convencerme las anteriores ochocientas veces ¿porqué iban a resultar más convincentes ahora?
Y vale.
Asumo que soy un adicto a la nicotina.
Pero ellos no asumen que son unos auténticos adictos a su "independencia" de la nicotina.
¿Es que necesitan estar todo el día convirtiendonos a los fumadores a su nueva fe? Te recomiendan páginas web, expertos, tratamientos, sistemas, libros... ¿En qué clase de secta se han metido?
Pero ya estoy harto.
De modo que ya he hecho mi primer propósito de año nuevo:
Cada vez que un ex-adicto intente convencerme de que deje mi vicio, pienso dedicarme a tratar de que él vuelva a caer en el suyo.
Dedicaré mi humo, mi tabaco, mi voluntad y todas las artimañas disponibles a hacerle regresar al redil de los toxicómanos legales.
Puede parecer cruel pero, si no hay otra forma de librarse de ellos...
A Philip Morris pongo por testigo: La venganza está servida.