Me dirigía al trabajo cuando, al doblar una esquina, los he visto. Estaban esperándome, en la siguiente esquina.
Como siempre, eran dos. Sus impecables trajes, su perfecta corbata negra, sus idénticos maletines oscuros...
No había confusión posible: eran ellos.
Me han visto. Como un solo hombre se ha girado hacia mí. Mirándome fijamente, avanzaban con paso seguro y esa sonrisa del que sabe que su víctima no tiene escapatoria.
Rapidamente he mirado a mi alrededor: ¡Necesitaba una salida! Pero ellos me cortaban el avance, y ni soñar con tratar de salir corriendo...
Yo seguía avanzando, y ellos se aproximaban más a mí. Ya los tenía casi encima cuando, en el momento justo en que uno de ellos extendía su brazo intentando detenerme, he actuado.
Todo ha ocurrido en unos eternos segundos de Bullet-Time
Las pulsaciones de mi corazón retumbaban fuertemente en mis tímpanos: Bum.
El ha intentado, con suavidad pero con firmeza, tomar mi brazo.
Bum.
Yo he girado sobre mí mismo para esquivarlo.
Bum.
En ese momento un camión atravesaba la calle desde detrás de ellos.
Bum.
He aprovechado el impulso de mi giro incial para saltar, sobre un pié, hacia la carretera. delante del camión.
Bum.
Ellos se han girado, siguiendo mi movimiento, sorprendidos de mi velocidad de reacción.
Bum.
El camión continuaba su curso hacia mí. Casi estaba encima mío.
Bum.
En ese momento, he saltado a la acera, al otro lado de la calle.
Bum.
Y, aprovechando que el camión se interponía entre ellos y yo, he huido por un callejón lateral.
Ha sido dificil. Ha faltado muy poco. Pero he logrado escapar.
No debería haber bajado la guardia: Pueden estar en cualquier parte, pueden surgir en cualquier callejón. Están ahí fuera, acechando.
Estoy francamente harto de los Mormones.